martes, 29 de noviembre de 2016

Edwin Nieto. Los poemas

De cualquier momento

Sé que quieres matarme,
con tus lagrimas,
agua, convertidas en espesores de llanto,
Blanco tu rostro...
sé que quieres matarme,

con tu mirada,
tu dulce andar,
con ese reflejo incierto,
de esas caderas, contorsionadas de movimientos.

sé que me vas a matar,
con ese rostro, proporcionado,
donde la multiplicación de esa boca
dividida por esos dos ojos,
¡verdes!

¡Sé que me vas a matar!
con esas ignoradas.
No importa,
quiero morir,
entre esos brazos,
esa dulce fragancia.
esas pequeñas caderas al caminar.

Sumas

Entre yanta zona de candela,
viajas en los lamentos de su alma,
codicias y placeres pasan por esa imagen de fotografía,
encierras su rostro,
balbuceo de cadáveres,
amores intoxicados
entre tanta
zona amarga de candela.

Entonces decides caminar en una ciudad de ambigüedades
repleto de corazones nefastos
dibujados en una interminable esperanza.

Caritas que se mezclan con la pobreza,
sus juguetes son miserias
e interminables odios.

La vida vale tan poco
en una sociedad marcada 
de oro y plata.

Mientras este frío carcome tus huesos...

Si, tus conocidos ya partieron,
en la ruta
de un sosiego,
vieron sus cuerpos partir cansados
de este lugar donde la vida vale poco.

Caminas con los pies repletos de mierda,
las horas aún lentas,
las caras son hiedras consumidas en ajenas personas.
Amanecer,
bailar,
con páncreas rotos,
sangre de otros
sumándose a la gran escala de estadísticas.



Al trabajador

Las manos callosas,
el sudor de la frente, se mezcla con el atardecer.
El pan diario es un sueño en una mesa invisible,
las piernas duelen
al compás de las maquinas.

Los sonidos cambian,
con el pasar de tonalidades,
de pálidas calles,
los sueños se camuflan en el descanso de la noche.


                                                                             Edwin Nieto







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