miércoles, 5 de octubre de 2016

Mónica Mera. Los poemas

Te amo

Te amo
lo sabe el mundo
esta tarde en que me nombras
meridiano
y doy vueltas el globo
con la cara
para acercarme a tus orillas
bañadas de las profundas aguas del océano.

Te amo con señales de faro
con letras de arenas
pegadas en los dedos
saludando entre la gente
que te despide cuando
tantas veces te marchas
a buscar esos barcos
en los que tú crees te hallas
y no te encuentras nunca
entonces me llamas orilla y me besas.

Te amo cada vez que regresas.



Se olvidó las llaves
un secreto resguardado
con metal que quedó ahí
al descubierto
como si alguien pudiese adivinar
qué puertas abren.
El buzón
las oficinas
el departamento.
Su casa.
Cada mundo cerrado
hasta que recuerde
que en la casa de la amante
tiró las llaves junto al cinto
en tanta prisa
por sus trámites.
Ahora ve puertas cerradas
y se detiene a buscar y buscar
entre sus ropas, en el auto,
en el camino.
La mujer,
que encontró el manojo en el suelo
se lo cuelga en la cintura
y camina para recordar el tin tin
de él cuando llegaba
y su apuro por irse sin un beso.
Y entonces arroja el manojo
por la ventana.



Pecado

Aquella pequeña ingenuidad
que nos asalta
a pesar de los años.
Ese sublime momento
de la entrega o de la duda,
en el sonrojo que delata
el aletear de mariposas entre la sangre.
Tardes o noches memorables
donde la piel se pasea por el fuego
y se refresca
y nosotros somos tan puros
de pecado.



Me levanto de mujer
me visto de trabajo
me perfumo de estrellas
me maquillo de guerra
me pongo aros
me peino lacio
me miro apenas
me hago cargo del corrector de ojeras agotado
me busco pelos
me pongo anteojos
me digo un poema
me nombro
me enojo
me pongo un delantal
me pongo un gorro
me visto de calzas
un accesorio para cada día
me transforma.
Me desvisto
y desnuda
soy una sola.


                                                                                          Mónica Mera

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