jueves, 4 de agosto de 2016

Joel Cruz. Los poemas

Boca articulada de marioneta

Así es como el mundo sería si una legión de mercenarios desterrados de un castillo de Naipes se hubiera tomado el mundo:

Estaríamos desgastando nuestra ingenuidad en un casino del desierto, empeñando por una promesa perfumada hasta la última úlcera de un domingo solemne...

Daría treinta monedas de plata para estar a solas con tu sonrisa y un becerro de oro para saciar su sed de almizcle eléctrico en un auto tan veloz como la complicidad del sonido...

Sería el psiquiatra de tu piel agrietada por el perdón y humectada por la sazón de lo divino y lo libertino...

Sería el primero en quitarle la venda a la justicia para emparedarla en la fría losa de la humildad y la fría losa del orgullo...

Mi sagrado corazón sería un mimo megalómano alegando al vapor de la noche por la ausencia del Ojo de Ra en su poesía...

Caerían al fragor de una batalla secreta las astillas de mis entrañas y todas suplicarían tu presencia en las altas cortes de un efecto invernadero...

Borraría el tiempo para no conocerte jamás, para no creer en tu fe, para no sedar mi sosiego en tu sed, para morir trescientas sesenta y cinco veces en tu recuerdo y renacer en ti cada vez que los dioses de barro se sienten en su trono de falsedades a llorar...

Caminaría con el insomnio tal y como lo hago a cada hora perdida, permitiendo que su juego robe de forma refinada diez años más de mi vida...

Rompería los vicios un viernes non sancto, haría para él un nuevo mandato, con nuevas reglas, nuevas calles y nuevos pecados... 



Sonic Youth

Yo soy de los que suele decir que no dilato la mente porque soy un cobarde, 
Así que únicamente me queda deambular con mis botas militares,
Vanagloriándome de la catarsis de una guitarra eléctrica,
Pisando el barro desértico de una callejuela a medio concluir,
Convulsionando por los desdenes inequívocos de la tarde...


No tengo un ego inflado de pavo real,
Así que lo que realmente me importa es deambular y deambular,
Filosofar en lo absurdo, en la caída de una colilla en cámara lenta, 
Permear en la voracidad de una multitud necia,
Cegando una visión daltónica en la cacería de una sonrisa perfecta...



Un maldito día cualquiera

Consternado y eclipsado por las algarabías antediluvianas 
Se apodera el pánico de la incognita del entorno...
Y quizá como un suspiro seco de Mar Muerto se extermine como la tinta en el pergamino final...

Hasta la gallardía sufre un declive y hasta la coraza más fina se aturde alguna vez...
Hasta la ponzoña de sangre noble se postra en el corazón ajeno y en el propio,

Hasta la santidad del medioevo se derrite en sangre purpurea...
Y hasta mis ojos de fuego se hielan septentrionales al susurro de los tuyos... 


                                                                       Joel Cruz

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