miércoles, 29 de junio de 2016

Omar Garzón. Los poemas

Poemas del libro Un poeta es un satélite en constante caída
(Senderos Editores, 2015)


El reflejo de Ian Curtis

Vino de la eterna noche de Mánchester.
Un día, caminando por la calle
se encontró con que el mundo cabía
en un charco al lado de la acera
y que su alma excedía los bordes de su sombra.
Tomó una piedra, la arrojó al charco
y se quedó quieto observando
el efecto del agua en su cabeza.
Retrocedió dos pasos hasta que su sombra
se encontró con el dominio de la noche:
El eco de la piedra contra el charco
aún retumba en mis oídos.
El agua no ha dejado de moverse.



Confesiones en enero

1. 
(COSOVEI)

¿Acaso se puede escribir un solo verso sin la agonizante
pero nunca faltante esperanza de verse reflejado en el poema?

14.
(GELMAN)

Cada palabra que decimos nos desnuda.
Cada palabra que nos nace nos rescata de la muerte.

23.
(FONZ)

Mírame, poeta: aquí cuelga la estrella viajera
que encontró la refrescante sombra en la aridez del desierto.

26.
(PACHECO)

Se tiene la lucha, se tiene el desierto, se tiene la incertidumbre.
                                                                             En fin, el mundo. 
Es necesario el oasis: Si no hay versos, no podremos dar
                                                                                     un paso más. 

28.
(LOO)

Todo poeta es una promesa mientras vive. 
El camino se encargará de decirnos qué tan falsa era cada promesa.



Carta de amor a Cuscatlán


                  A la memoria de Maurcio Vallejo

País mío: Si algún día te acuerdas de mí
te espero en el verso que no fue escrito
en ese que se oculta en los dedos que no te señalan
en el que te susurré a tus oídos y que el viento conoce
en ese que escribe la arena en la playa y que las olas se llevan
en ese que recitamos un día
y que ahora se oculta en la lluvia tardía.
Te espero allí, país mio, mi hijo
en el poema donde me nombras
en el exilio.





Dylan Thomas en la otra mesa

Esconde el hombre en su sombra muchos nombres.
Se pierde en la niebla, la anda, se esfuma, pero siempre vuelve.
Caben en sus brazos todas las sombras, incluso las de ayer.
Conocen sus manos el resguardo intangible de la luna.
Señala de memoria cada gota que se oculta en el rocío.
No se inmuta cuando escucha atento el secreto de la lluvia
hasta que sonríe y con los brazos abiertos la recibe.
Esconde el hombre en su sombra muchos nombres.
En la noche atiende un canto de borrachos en la calle
lo pinta con un baile de dedos plegados en la mesa
y siete copas de algún elixir le salen al encuentro. Ríe.
Se pierde en la niebla, la anda, se esfuma, pero siempre vuelve.
La hoja entre el suelo y la planta de sus pies es la música.
De todos los mundos posibles, optó por sus mismos labios.
De todos los mundos visibles, escogió su propia ausencia.
Caben en sus brazos todas las sombras, incluso las de ayer
y su puerta más oscura es la que más luz le proporciona.
Escogió el poeta el silencio a manera de profundo grito.


                                                                     Omar Garzón Pinto


Omar Garzón. La entrevista

El poeta debe ser un crítico de su propio tiempo. Aplaudir lo que sea digno de aplauso, señalar y condenar todo aquello que corroe la conciencia.

Omar con sus versos, nos hace sentir el dolor, el sufrimiento, la angustia que son capaces de provocar los peores estadios del comportamiento humano; pero a la vez, nos ofrece la esperanza de aguardar por un día más, de aguantar un día más.

Ese es el grito del poeta. Su manera de abrirnos los ojos.

Bienvenido Omar Garzón Pinto a las hojas de Claroscuro.

*Omar, tu obra poética  está cruzada por un destello en medio de una realidad de sombras. Habla de nuestros tiempos violentos, de nuestra violencia gestada desde el vientre, desde el hambre, desde el desarraigo. ¿Qué tipo de reacción consideras que provocan tus palabras, o que reacción esperas que provoquen?

Bueno, no sabría decir si provoco reacciones de agrado o desagrado entre los lectores con lo que pretendo o intento ante una hoja en blanco. Lo que sí tengo claro es que un buen poema es el que genera, principalmente, sorpresa y empatía en el lector. Un buen verso es aquel que logra remover las fibras más íntimas de los hombres.

La lectura que cada quien hace sobre una obra o sobre varias es muy personal. A algunos les gusta más el Roberto Bolaño narrador que el poeta, a otros no les gusta ninguno de los dos Bolaños y otros dicen que Bolaño es un narrador que se pretende poeta. Otros decimos que Bolaño, como poeta, fue un buen agitador. Esa es la diferencia entre la academia y la creación artística en general y la literaria en particular: en la academia no cualquiera puede tener la razón. En la creación sí. Eso le da un grado de complejidad mayor. Por esto, mi estimado Sergio, no podría precisar una reacción de los lectores que se han encontrado, afortunada o desafortunadamente con mi trabajo. 

Por otro lado, y con respecto a lo que dices de "nuestros tiempos violentos, de nuestra violencia gestada desde el vientre, desde el hambre, desde el desarraigo", pienso que la poesía como creación también debe decir o dejar algo a los contemporáneos, y en esta región que nos toca por casa hay cosas buenas por resaltar y malas por denunciar, criticar y condenar. Yo me inclino por las dos. Celebro a los grandes poetas, a los grandes poemas, a los artistas memorables, pero eso no puede o debe llevarme  callar ante una masacre, un asesinato, un acto de represión o censura. Si los artistas, en general, y los vates, en particular, se quedan callados ante las ignominias sufridas y ejecutadas por los hombres, ¿de qué sirve esto que hacemos?, ¿sólo de contemplación o ejercicio para pasar el tiempo?. No creo que deba ser así.  Solo digo que eso que decía Camus de que "el artista debe estar siempre con aquellos que padecen la historia y no con los que la hacen" siempre ha estado vigente y quizás siempre lo esté. Por eso creo que la creación literaria, en este caso puntual, no debe encasillarse solo en la acción parnasiana del art gratia artis. Si así fuera, muy seguramente no le quemaría tiempo a esto. 


*¿Cómo defines tu tono poético?

Es difícil definir rápidamente el "tono" de un autor en toda su extensión. Sin embargo, si se puede hacer eso fácilmente con un solo texto o línea. Una obra completa tiene varios "tonos" o, por qué no, estadios. Por ejemplo, Sergio: El Lorca del Romancero gitano (1928) no tiene el mismo "tono" del Lorca de Poeta en Nueva York (1930). En lo personal, no podría definir mi tono, para ser sincero.
Considero que ese no es trabajo de los creadores y no soy lo suficientemente vanidoso como para decir "mi obra tiene tal o cual tono". Es más, creo que ni siquiera busco un tono específico o una voz, como le dicen algunos. Ya lo dijo el poeta Horacio Benavides hace poco: "Uno no escribe lo que quiere sino lo que puede"


*¿Cuáles poetas han influenciado tu estilo, tu pensamiento?

Yo no hablaría solo de poetas sino de escritores en general. La vida de varios de ellos me han aportado algo: la de Roberto Bolaño, Claudio de Alas, Barba Jacob...
También podría hablar de algunos trabajos puntuales que han influenciado mis ejercicios de escritura: algunos cuentos de Borges, Monterroso, Cortázar, Poe y Sergio Gama, entre otros, me han dado algunas lecciones y han enriquecido mi trabajo en todo el sentido; y algunos poemas de José Asunción, Jaime Jaramillo Escobar, Jairo Anibal Niño, Flóbert Zapata, Luis Vidales, Sergio Laignelet, Rafael Alberti, Jesús Lizano, Ernesto Cardenal, Fredy Chicangana, Juan Pablo Roa, Hernán Vargas Carreño, Germán Villamizar, Julio Daniel Chaparro, León de Greiff, Darío Jaramillo Agudelo, María Mercedes Carranza...me han aportado imágenes que me han puesto a pensar hasta por varios días.


*En tu rol de Gestor Cultural has visto el nacimiento de nuevas generaciones de poetas. ¿Cómo percibes esas nuevas voces?

Por supuesto, hay cosas que, como a casi todo el mundo, me gustan y que no. Me detendré sólo en algunos nombres que están desarrollando un trabajo de creación poética que me gusta total o parcialmente, todos nacido en esto que llamamos Colombia para no extendernos tanto:  Héctor Hernán Hurtado Botero, Carolina Dávila, Johanna Vanegas,  Jafitza Quipo, Santiago López Trujillo, Aldemar González, Hugo Jamioy, Yonny Vanegas, Sebastían Martinez, Clara Schoenborn, Omar Ardila, Felipe García Quintero, Carlos Fajardo, César Cano, Michael Benitez, Danny León, Alejandro Cortés González y un tal Sergio Chiappe.  Creo que el trabajo juicioso y la búsqueda constante de estos autores está alcanzando una altura que me ha dado luces de lo que podría ser un poema significativo o la poesía en general. Hay otros trabajos de varios autores que aún estoy explorando y en los cuales estoy buscando algo. Caso especial el de Andrés Barbosa Vivas, quien vio truncada su madurez poética a raíz de su prematuro fallecimiento.


*¿Cómo fue tu encuentro con la poesía?

Bueno, para hablar de un encuentro con la poesía, primero debo hablar de dos libros más que de autores o momentos: La Biblia y 20 poemas de amor y una canción desesperada. Llegaron a mí a través de mi madre. Yo rondaba los cuatro o cinco años. El primero, porque vengo de una familia de tradición católica que viró, en parte, hacia la religión protestante en medio del auge y rápido crecimiento que ésta última tuvo en las décadas de los años ochenta y noventa en Colombia. Es entonces cuando me inculcan la lectura, casi obligada, del Pentateuco, Los profetas mayoresLos profetas menores, Los evangelios y Las cartas de los apóstoles. A pesar de que mi lectura de esos textos fue algo obligada en un principio, como te digo, poco a poco esas líneas fueron ganando un espacio entre mis gustos. Recuerdo con especial cariño los libros del poeta Salomón, hijo del Rey David, las conversaciones de Job y la historia del pueblo de Israel antes y después del libro de los Jueces.  En cuanto a Neruda, pues, ya sabes, muchos han comenzado por él y casi todos tienen un poema suyo en casa.

Considero que uno no se encuentra con la poesía por primera vez. Cada vez que descubres un nuevo autor que te agrada o dice algo significativo, es como una primera vez. Por lo menos ese ha sido mi caso. He estudiado el trabajo de Roque Dalton y Leonel Rugama, entre otros poetas centroamericanos, Li Po y Wang Wei, entre otros chinos, Mahmud Darwish y el tocayo Omar Khayyam entre otros orientales. Me gusta lo que hacían Roberto Bolaño, Javier Heraud, Dylan Thomas y Luis Carlos "El Tuerto" López, para no ir más lejos en una larga lista. Cada uno de ellos ha sido como un primer encuentro con la poesía. 

El encuentro con la poesía no es algo que uno planee, Sergio. En mi caso, por lo menos, la academia me dio la espalda por no tener dinero y la poesía me dio un abrazo por la misma razón. Todos tenemos algo que contar y al respecto, Wilde dice que " no existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo". Eso es lo que intento. La poesía me dio la oportunidad de exorcizar mis miedos, si cabe el término, mis angustias, mis temores y mis contrariedades con el mundo, entre otras cosas. Haciendo poemas, esa es la manera más sincera que tengo de gritar.


El invitado




Omar Ivan Garzón Pinto es un lector nacido en Bogotá y descendiente de campesinos cundinamarqueses y chamanes brasileños afincados en Tabatinga. 

Ha trabajado, desde el 2008, como profesor de Geografía, Historia y Literatura, principalmente, en varias instituciones educativas de Bogotá y como Tallerista, promotor y difusor cultural de varios colectivos artísticos y fundaciones de la misma ciudad. 

Su trabajo ha sido publicado en antologías y revistas especializadas de Latinoamérica, España y Guinea Ecuatorial. 

Autor de los libros:

Flores para un ocaso, Liga Latinoaméricana de Artistas (Bogotá, 2013)
Un poeta es un satélite en constante caída, Senderos Editores (Bogotá, 2015)

Dirige el blog de poesía Faro Desnudo (farodesnudo.blogspot.com)


domingo, 26 de junio de 2016

Alejandra Morales. Los poemas

A veces quisiera hacerle un nudo a mi vida
y que dejara de fluir en ese instante
y ser tu princesa de origami
tu niña de papel de seda
y quisiera gustarte cuando callo
y parecerme a la palabra melancolía

a veces mi amor
quisiera ser tu musa de catalogo
y acomodar mis huesos
a la extensión de tus alas,
bostezar como una muñeca
sin abrir un palmo más de la boca
entregarte mis poros

para que engarces un collar con ellos
y le digas a las otras
"¿ven esta que llevo prendida de mi cuello?
Es esa que me ama a la orilla del silencio"

A veces yo quisiera ser conveniente
como tu filosofía rotunda y firme
como las doscientas veces que determinaste
que ese era el último cigarrillo que fumabas

a veces mi amor quisiera al menos
ser el corazón de humo
que dibuja tu boca.


Ahora
que el sol de aquellos días
es un crisantemo caído de su tallo,
un pálido temblor que de tanto en tanto
sacude el libro
que cuenta/que descuenta nuestra historia

Ahora
que en éste hueco de la noche
soy éste pájaro y sus muñones,
apenas
un fragmento de tus manos
los guijarros de un espejo
que hace rato estallaste.

Ahora
ya no espero tu mano
tendida hacia mi celda,
apenas
quiero que la soledad sea una nodriza
sin la impiedad de tu boca,
tender por fin en una cama de hojas
esta espalda que se encorvó
sobre tu nombre,
que te hizo un nido con sus huesos
esperando que terminara el invierno.

Ahora
todo en mi está en silencio.
Hay una niña en mi sangre
deshabitada y desnuda
mirando fascinada la muerte.




Vos me decías: "pajarita azul,
sos tan gorrión cuando llueve
ausencia"

duendita de piel de caña,
maga,
alquimista,
hechicera,
mi ramito de violetas.
Me decías

Vení conmigo cuando llueve
pajarita azul,
dormite aquí en mi mano,
aquí,
justo aquí
a un costado de mi tiempo.

¿a dónde vas a ir
qué vas a ser cuando seas grande?

De vos me enamora ese silencio lunar
mientras te amo
y ese afán de hormiga
por llevarte el sudor de cada poro de mi cuerpo.

Me decías
hadita de los jardines del viento
me enamora de vos
que vivas cada día como si fuera el último
y ese resplandor de lámpara
que me queda en el cuello
en el huequito ese donde vos acomodas
tu fatiga de pájaro.

Me decías:
"¿Qué vas a hacer de mí,
qué va a ser de vos cuando me vaya?"

Yo soñaba
que fuera la comarca de mi espalda la que vieras
cuando cerrando los ojos
pronunciaras la palabra "Patria"



Ella dobla su ropa
sus dudas
y las guarda
entre mansa y feroz
en el ropero.

Ella dobla las prendas del deseo,
no les deja la osadía de una arruga
ni el arrebato
de un botón desprendido.

Ella cuelga las ganas en perchas de madera,
debajo de pesados sobretodos
y bajonadas grises,
azul militar,
verde petróleo
y quita las primorosas bolsitas con cinta de raso
que acunan las perlas de naftalina,
con la esperanza naif
rosa bebé
verde tonta como ella
de que las voraces
se coman,
se engullan
su recuerdo.

Ella ordena
sus cosas de adentro
sus no cosas.



                                                                  Alejandra Morales 





Alejandra Morales. La entrevista

Alejandra es ese tipo de persona que te hace creer en la poesía. Es una flor que ignora que es flor.

La voz de Aleja es profunda y tierna. Suelo compararla con el mar.

Querida poeta Bienvenida a las páginas de Claroscuro.

*Por lo que me has comentado, tú no te consideras poeta, tu formación académica ha sido otra. No eres de aulas ni talleres. La poesía llegó a ti de diversas formas. ¿Cómo se dio ese encuentro?

Querido Sergio, sabes que asomarme por aquí tiene todo que ver con el afecto entrañable que siento por vos.

Es verdad, no me siento poeta; si acaso ser poeta es un oficio; no me reconozco oficiosa y carezco del don como para adjudicarle una naturaleza innata. Yo no escribo poesía, de tanto en tanto la poesía es la que me escribe.

He visitado algún taller sólo para descubrir que termino adorando lo que otros hacen y profundizo en mi certeza de que soy ajena al oficio de la palabra.

¿Cómo llegó la poesía a mi, cómo fue ese encuentro? De perplejidad, de reverencial asombro, de imposibilidad de poder reducir a palabras la poesía viva.

Crecí en el monte Santiagueño, árido, salitroso, agobiante por sus veranos de más de 50 grados. Me escapaba a la siesta a buscar huevos de lagartijas y di un día con un campo verde y húmedo, árboles altos haciendo un cerco, detrás de ese muro fresco, un jardín de rosas húmedas, fragantes, tan bellas que las pensé mágicas (tenía yo nueve años) y que sólo yo podía ver ese lugar. 
Volví todos los días sólo para contemplar mi jardín, sin tocar las rosas por temor a que desaparecieran. 

Así conocí la poesía. Así la siento. 


*¿Qué es la poesía en tu vida?

A veces es el lugar donde entierro dolores, un ataúd que tallo con palabras, una tierna mortaja donde guardo lo destinado a no ser.
Otras veces es la piel de quien amo, sus manos, su boca, la alquimia, el temblor.

Es una visión del mundo, un modo de tocar, de ser en el amor, en el dolor, en la alegría y en la tristeza.

La poesía es mi otro jardín, como ese de la niñez que miro sin atreverme a tocar.

* He tenido el placer de encontrarme con tus poemas, los descubro profundos e intensos, preciosas imágenes y musicalidad en los versos.  ¿Cómo se da tu proceso creativo, cuáles son tus influencias poéticas?


No tengo proceso creativo. Escribo cuando sangro todo lo que callo. 
No guardo lo que hago, no corrijo, no tengo libros escritos y no sé escribir (y lo digo como una limitación) escribir sobre lo que no sé.

Hay mucha cosa cotidiana en lo que escribo, cosas que estoy viendo en el mismo instante de la escritura; gatos, perros, gorriones, jazmines, caléndulas, manchas en la pared, pisos que agobian, ventanas con vidrios transpirados por la escarcha...No sé como huelen las clepsidras, o las mandrágoras, no sé como es caminar por Montparnasse, no sé la nieve... y es por esta imposibilidad, esta cercenada imaginación que suelo afirmarme como no poeta.


*Nos conocimos gracias a los medios virtuales, y somos entrañables amigos, lo cual agradezco enormemente. Pero dime, con todo lo bueno y todo lo malo que tienen las redes sociales ¿Cómo percibes la divulgación de la poesía y de los poetas a través de las herramientas tecnológicas?

La tecnología ha sido a mi modo de ver una excelente herramienta para divulgar poesía, basta con abrir tu PC y desayunás poesía, podés leerla desde tu teléfono móvil, mientras esperas el micro...
hay algo que yo disfruto mucho... he identificado con diferentes tonos las notificaciones y Serrat  me dice "de vez en cuando la vida nos besa en la boca" cada vez que llega la notificación de un amigo poeta y yo sé que ese tonada es la antesala del disfrute. 

La literatura hace ya mucho ha sido dejada de lado por la vorágine de lo fútil, de lo instantáneo; hay una voracidad por ver. Los mecanismos de la imaginación han sido cercenados por tanta cosa explicita. Sin embargo, las redes se han convertido en un escenario privilegiado donde concurren poetas maravillosos, pero como ninguna realidad es ideal, también ha servido para ensalzar egos, hay mucha gente que te manda solicitud de amistad solo para generar compulsivos likes para su página.
A pesar de eso celebro las redes. 30 años atrás no te hubiese conocido a vos y a otros tantos tan cercanos a mi afecto. Hay una sinergia de fraternidad, un entrañable saberse, uno se acerca al poeta desde otro lugar, le dice en un tono bajo que lo admira, celebra la coincidencia desde lo humano, se conmueve por su modo de tocar la vida y lo hace prescindiendo de la parafernalia del aplauso, se goza de saberse amigo y reconoce en ese otro maravilloso ser humano que escribe, en ese otro poeta, un modo de acariciar, de estar en el mundo.



La invitada


Nada podría decir acerca de mi. Ya saben, nací como todos, viví como pude, a veces me parezco a la que soy, otras a aquella que quisiera que fuese, a veces me parece que yo soy la del espejo y otras me miro largamente tratando de reconocerme...diré que soy la que emergió de las heridas  "la niña calcinada que canta en una ciudad de ruinas" diré que cada día recojo mis fragmentos, que creo; que todavía creo. Si algo soy, es eso... la fe de que se puede empezar cada día. 

jueves, 23 de junio de 2016

León Peredo. Los poemas

Mi primer amigo se llamó Orlando
vivía a la vuelta de la casa de la nona
en Ramos Mejía.
Era boliviano.

Su madre se llamaba Irene
era flaquita como un signo de exclamación.
Su hermano Cristian, un poco más tímido.
Del padre no recuerdo nombre
era albañil
hacia tortas fritas gigantes
para tomar la leche.
Había un bebé si mal no recuerdo
en el patio tenían plantas de choclo
que era como el pan.
No había almuerzo
ni cena
sin choclo.

Yo no sé si él se acordará de mí.
Y no sé por qué utilicé el pretérito perfecto.
Vuelvo a empezar.

Mi primer amigo se llama Orlando.



variaciones hegelianas

Alexandre Kojeve dice que Hegel dice
que el Hombre dice que el amo dice
que el esclavo no dice
sino que obedece.

dialéctica del amo y del esclavo
dialéctica del anglo y Tony Kamo
dialéctica del sado y del eslavo
dialéctica del nabo y del asado
dialéctica del hado y del abrazo
dialéctica del vaho y del albano
dialéctica del Mao y del stalingrado
dialéctica del ano y del de al lado
dialéctica del año y del estaño
dialéctica del ramo y del empacho
dialéctica del sano y del insano
dialéctica del gato y del escabio
dialéctica del Tasso y del Torcuato
dialéctica del paño y de los dados
dialéctica del Santos y de Sao Pablo
dialéctica del aro y del kafkiano
dialéctica del caro y del barato
dialéctica del hago y del deshago
dialéctica del narco y del decano
dialéctica del latinoamericano




Cuando murió mamá
encontré debajo de su colchón
varias revistas de crucigramas.
un billete de cien dólares.
un libro de horóscopo chino.
una radiografía de su tórax.
un trozo del continente asiático
la proa de un barco ballenero
el pasillo de una casa en calle 15.
el otoño

una copa de langostinos con salsa golf
encontré a mi padre fumando un cigarrillo
mi título universitario
encontré la ambulancia que tardó un
imperio en trasladarla a otro hospital.
encontré el edificio de su obra social.
la cara de ojete de su jefe en el Banco Nación.
medio turrón.
una garita de colectivos.
todas las baldosas de La Plata que había pisado.
un dromedario.
el pelo de una de las cejas de Hemingway.
las grutas del bosque.
el bote en el lago.
un diccionario de antónimos y parónimos.

mi adultez tallando a mano un tótem. 


                                                                    
                                                                            León Peredo




León Peredo. La entrevista

León siente el asfalto, las huellas de la muchacha, de la paloma, del obrero, de la vida.

Un gusto conversar con el querido amigo León que un día decidió vender sus obras en la playa, los parques,las plazas, estrechar manos, sostener miradas.

Claroscuro da la bienvenida al poeta Peredo.

 *¿Cómo llegaste a la poesía?

A la poesía no llegué todavía. Con la poesía pasa lo que sucede con la utopía según Galeano: La poesía nos hace caminar, nos exige esa permanente peregrinación por la palabra. Cuando llegamos a la poesía, nos anquilosamos, perdemos esa ludicidad nómada y nos volvemos sedentarios agricultores de la comodidad poética.  Por otro lado estoy convencido que uno nunca llega a la poesía, y si llega cae fulminado a sus pies. Mi andar hacia la poesía empezó en mi adolescencia: las palabras lo saturaban todo, se desprendían solas del cuerpo, se arremolinaban ansiosas, y esa hojarasca se fue haciendo cotidiana y uno debía salir a diario con una escoba y un rastrillo a hacerse cargo de las palabras.

*¿Qué tan cerca o qué tan lejos se encuentra el hombre (en su quehacer día a día) de la poesía?

La poesía es una cosa absolutamente prescindible. No solamente hoy sino siempre. Así como son prescindibles los abrazos y las guerras, los edificios públicos y los guardapolvos, los zapatos y los trasatlánticos. La poesía es una tecnología de avanzada, primero fue la palabra, luego la poesía: esa cosa accesoria, esa bijouterí de la lengua. El problema, la controversia, si se quiere, estaría en lo siguiente, en responder la siguiente pregunta: ¿Qué cosa es absolutamente imprescindible en la vida humana, de qué cosas el hombre no podría alejarse sin poner en peligro su propia continuidad sobre la Tierra? Tres cosas: comer, dormir y reproducir la especie. Todo lo demás es prescindible. Ni el amor sería necesario, hipótesis que se propone -por ejemplo- en Un mundo feliz (1932) de Aldous Huxley. Sin embargo cabe preguntarse también lo siguiente: ¿Qué hace humano al humano? ¿Masticar, dormir, reproducirse? Eso también lo hace cualquier otro mamífero. Yo no sé cuán cerca o lejos se halla el Hombre de la poesía, pero parafraseando a Gelman, aunque la poesía sea prescindible debemos sentarnos y buscarla. Buscarla siempre. Arrancar los azulejos del baño, la cerámica del suelo y buscarla.


*¿Qué consejos darías a las personas que entran en el universo de la poesía?

El consejo es un género tiránico siempre. Suele empezar con el condicional "si" y seguir con una disquisición del orden moral o empírico. Por eso no aconsejo. Pero digo esto: la poesía es exigente, es un gimnasio. En el gimnasio se trabaja y mucho. Quizá hagamos mal los ejercicios, no importa; los haremos de todos modos. Debemos observar con respeto y humildad el trabajo físico de los otros atletas: mirar para aprender. La poesía jamás es hija de un genio descontextualizado: Rimbaud sin Boudelaire y sin Villón no hubiera sido más que un adolescente jactancioso. Vamos a notar que otros gimnastas levantan pesos más pesados: cada cual atienda su ejercicio y entrena y  entrena y entrena. Si estamos toda la vida en el gimnasio y no fuimos capaces de obtener un solo músculo no importa: lo que importa es haber trabajado con honestidad siempre. 


*He visto tu labor y tu entrega en los proyectos que adelantas, me refiero a Poesía al Toque y Poesía Bigote y también he presenciado tu dinamismo en la red virtual. ¿Cómo van esos proyectos y cómo ha sido tu experiencia en la "poesía virtual"?

Los proyectos son siempre propuestas colectivas. Uno puede arrojar la piedra pero es el conjunto infinito de átomos quienes realizan el resto del trabajo. Ninguna de mis propuestas hubiese alcanzado a cruzar el umbral de la puerta de mi casa si del otro lado no hubiera habido siempre una mano presta a recibirla. 

Creo en la poesía, creo sobre todo en la capacidad de hermanar que tiene la poesía: un poeta que niega a otro, no es poeta, es un mercenario de la lengua. Y creo en el trabajo duro con la palabra: podrán experimentarse hechos asombrosamente bellos o no.  No me importa el producto sino el proceso. La energía vital que uno le pone a la poesía. 


*¿Cómo defines tu poesía?

No creo en "mi" poesía. Como dije más arriba acerca de Rimbaud: ningún poeta es un ente increado. 
Creo en "la" poesía. Un poeta no debería jamás adueñarse de lo que escribe porque la lengua de la que se vale es un sistema de signos que pertenece a toda la humanidad. Hoy le toca a Equis escribir un poema, mañana a Pepe, pasado a mí, luego a vos, luego a Saratapa y así...a "la" poesía la defino del siguiente modo:   poesía es.


El invitado



León Peredo nace en San Justo, provincia de Buenos Aires, en 1978.  A los 6 años de edad se traslada con su madre y hermana a la ciudad de La Plata. Allí obtiene el título de profesor en Letras.

Edita plaquetas de poesía en Editorial La Lápida, del poeta y novelista Matías Esteban. Con éste último crean la revista literaria Forthedon o Fortedhon que circuló durante varios años en las calles de La Plata y en forma virtual.  Editó con Del Refalón Edizyones siete libros de poesía, entre ellos: Amordemivida, Fragmentos lacanianos, Un ojo de tu cara, Échale la culpa a Freud. Con el mismo sello editorial publicó ocho novelas, entre ellas: Los perros de la noche, El amor de Colette, Los hijos de Darwin, Cajas Chinas.

Participó en el colectivo poético Poesía en la calle y actualmente participa en PoEsíA al tOquE.

Es docente y papá de una nena hermosa llamada Morella.  Con la poeta Paz Bongiovanni crean y dirigen la editorial Homoludens Ediciones Artesanales, desde donde proponen la inclusión editorial. 

León lleva vendidos más de 4500 libros en las calles: desde 2013 decidió vender él mismo sus obras en plazas, colectivos, parques y playas. 

martes, 21 de junio de 2016

Gabriela Arciniegas. Poemas y Cuentos

La siguiente selección consiste en dos poemas que saldrán en el libro Lecciones de vuelo, y dos cuentos; uno que pertenece a Bestias (2015) y el segundo es inédito.

Serpiente

De muy lejos
viene
viene
la serpiente
allá
allá lejos
veo su cola mordida por sus primeras fauces

Jormungandr
Jormungandr me susurra su nombre
dormida atraviesa los hielos de Islandia
y su aliento es fumado
por los hijos del primer hombre
por los hombres nacidos entre el fuego y la escarcha
por los hombres nacidos de la leche de la vaca Udumla

Ouroboros
Ouroboros semidespierta bajo las murallas derruidas en los ojos
en los ojos semiabiertos del druida
en los ojos derruidos por el éxtasis

Más acá
más acá la serpiente
ya no duerme
y bosteza

Cuando exhala
se derrama en aguas dulces
cunado inhala
su carne se va volando en polvo que hace llorar los ojos

y lacera
con sus gritos que ansían
el falo ígneo del sol
el humo vegetal que perfuma el cielo
y los gemidos famélicos que piden perdón por el olvido

Su cuerpo palpitante que juega
entre lágrimas y huesos resecos
su cuerpo lagarto del Nilo
su cuerpo río Amarillo
su cuerpo bantú lleno de ojos
secados al sol como chamizos
su cuerpo lujurioso
viene siseando
y lacera las mejillas de la Esfinge
suspendida en una inhalación interminable
que se tragó el agua de Nínive

La serpiente
multiplica sus cabezas
para hurgar los sueños
de los reyes
y pedirles
vírgenes con collares de perlas
vírgenes vestidas de novias

Quiere
        tragarlas por el túnel de su boca
Quiere
        llevarlas a su morada nocturna
Quiere

              con su semen dulce
hacer temblar
las piernas abiertas
las bocas abiertas
las espigas abiertas
y las raíces
erógenas
bajo los surcos
preñados
de semillas

Viene
        la hidra
        con sus siete y con sus diez mil cabezas
Viene
               bajo las barcas
               bajo los gritos
               bajo los pies atados con cadenas
Viene

Más cerca
puedo ver sus alas
puedo presentir
el corazón que es uno con su vientre de fuego



Más acá
        sus ojos ya no reflejan el agua
Más acá
        sus escamas huelen a cueva
Más acá
        sus fauces son de león
Las rodea una rabiosa melena

Ya la oigo rugir en batalla
Pelea contra un hombre que enristra una espada de bronce
Un hombre vestido con la piel de un felino
Indra, Heracles, y Sigfried son sus nombres
Es un hombre que ansía
los ríos de su pecho
las vírgenes en filigrana sobre su sexo

Viene, viene por Grecia
su sangre se derrama sobre frescos antiguos
tapando quemando inundando de fuego
su palacio enjoyado
sus aljibes
y sus cuevas

Ya
está
aquí
encallada en un puerto de América

Antes de caer a tierra
estalla en plumas de quetzal
su nombre es
Kukulkán
Quetzalcóatl
Su boca se abre para decir perlas de maíz
y el hombre
que en la distancia
parecía el dios de todo el Cielo
o el griego con piel de felino
o un germano de melena rubia
se acerca
a recibir el aplauso

No es dios ni griego ni germano
No viste pieles
su nombre verdadero está prohibido decirlo

Usa sandalias y una túnica
no es de bronce ni tampoco hierro
aquello con que mató a la serpiente
No atravesó su pecho
la ahorcó con una sarta de cuentas

Aquí está
la cabeza de la bestia
Ven, doncella
pisa la cabeza vencida del reptil
cortemos este cuerpo de agua, de fuego, de arena
no volverá a susurrar al oído de los reyes
no volverá a hacer llorar el trigo
todo el pueblo se baña con su sangre
todo el pueblo come de su carne
¡El monstruo ha muerto!
¡Hemos matado al monstruo!

Pero sobre el río
la barca pasa
con un hombre
que juega
con monedas.



Hypnos entre sus cabellos

La cabellera del sueño
cabellera encendida, arisca, me enreda

Se pliega como un papel que envuelve el mundo
Transparenta mis salvajes pálpitos
                                          Me  olvida

Explora mis terrores vetustos 
                         mis terrores de galeón rancio
Subasta mi cuerpo
lo troca en caleidoscopios universos 
me lleva al trono perdido del alma
donde no estoy atrapada entre miradas caninas

Mi nombre es Quién
mi nombre volátil, transmutable
mi nombre que no me llama
mi nombre que olvida las curvas de mi sexo
del otro lado del espejo
mi nombre que salta de mirada 
                                             a mirada
                                                     a mirada


Luz rebelde
                inquieta
                          subversiva
que juega a reproducir los teatrillos de Edipo
y los grabados del Liber Mutus
y los espejos en que puso sus ojos Johannes Bosch
y el sueño de la razón
y es canto que son números que son el mundo entero y son el
hombre y Dios

Esos cabellos de algas abisales
esos cabellos de piedra que el sol moldea con mano oscura
son un laberinto que cambia de forma
con cada paso en que sigo la dirección del día

Y cada puerta es un círculo infernal
sin memoria de ser infierno
con la grave certeza de ser vida

Es cotidiano al oler esos cabellos andróginos
                                    cabellos sin tiempo
probar el agua colorida
turbia y henchida de eternidad
volver a esa calle nunca vista
y no reconocer en las melenas híspidas de los árboles
la propia puerta de mi casa
ni los bosques de caña blanca que lanza el sol por entre las persianas.



La lengua de los ángeles (basado en la historia de Corina Lemunao)

Una vez habitó el confortable mundo, la cueva íntima, el castillo en penumbras donde oía los sonidos a través del agua, donde sólo existía ella. Donde sólo habitaban los recuerdos sobre las últimas palabras que los ángeles le dicen a todas las almas antes de ponerles el dedo sobre los labios y empujarlas al mundo. Pero se abrió un día un hoyo en el cielo, se vació el agua y ella fue forzada a salir. Hasta entonces era perfecta. Sabía que era una conciencia encerrada en su cuerpo, y cuando la obnubilación pasó, quiso saber cómo había sido creada, en qué se había convertido. Se miró las manos, probó los dedos gordos de sus pies, trató de saber dónde estaba. Se dio cuenta después de dormir un centenar de veces, de conocer los matices de la noche y los temores que traían las sombras, que era un ser incompleto. Que cada día la creación hacía retoques en sus huesos, en su piel.

Pasaba mucho tiempo sola, entendiendo exactamente qué era lo que había cambiado mientras ella, sin quererlo, sin poder evitarlo, se había dormido. Sola. Porque el cuerpo caliente de su madre la alimentaba y luego la dejaba con el único contacto de las mantas de la cuna contra su piel.
Luego vio que además de su madre había otra que miraba y olía como ella, que se veía como ella pero era mucho más pequeña. Supo de su existencia cuando la vio observándola detrás de las barandas de la cuna, sin emoción. Tal vez con un poco de ira y un poco de repugnancia.

Tiempo después, cuando la muerte del día y la llegada de la oscuridad ya se habían vuelto un poco más cotidianas, las manos y las rodillas conocieron el suelo. Probó el polvo acre que le hacía toser, la sensación seca y clara de la ropa contra la lengua, aunque amargo y salado a veces.
Masticar la tierra y sentirla sisear entre los dientes con ese sonido brillante y a la vez oscuro.
Nunca entendió el ruido que hacían las bocas de los otros dos. Se preguntó a menudo por qué no se limitaban a mover las cejas y la boca, pues eso le bastaba para saber cuándo se habían molestado y cuándo estaban felices. Casi nunca estaban felices y en cambio todos los días se molestaban con ella.

Cuando sus dientes salieron, adquirió la costumbre de pegarse a la esquina de una pared, a ruñirla hasta sacar migas y oír desde adentro de la boca cómo estallaban. A veces el sabor acre de la cal la empalagaba. Entonces se iba a la pata de la mesa a chuparla hasta que se ablandaba y podía arrancarle, primero, tiras, filamentos de madera, y luego, cuando estaba más empapada, trocitos suaves.
Algunas veces, cuando se cansaba de masticar cosas y probar sus sabores, se quedaba acumulando saliva en su boca, preguntándose quién regulaba ese líquido que no se parecía al agua porque si la dejaba salir no caía en gotas sino que era un bracito difícil de partir. A veces se ponía a hacer burbujas con él y se maravillaba de lo delgado que podía llegar a ser.

Un día sus ojos se toparon por primera vez con una de las ventanas de la casa. Vio que había algo más allá. Antes, cuando su mamá cruzaba la puerta se preguntaba si la luz de afuera se la tragaba y ella tenía que luchar contra ella, porque cuando volvía se veía muy cansada y rezongaba más que cuando se quedaba en la casa. Pero al ver por primera vez el prado de afuera, se dijo que tenía que saber cómo era eso. Tenía que llegar a él.

Ya llevaba un tiempo en que su madre y la otra la hacían exasperarse, llorar a los gritos porque la cogían de las manos, la separaban del piso, la alzaban diciéndole "camina,¡camina!" pero a ella le gustaba estar cerca del piso. Y ellas la zangoloteaban, le pegaban. La que se parecía a su madre un día le mordió un cachete. "¡Eres una idiota!" le dijo. Ella, aunque no le entendió nada, por el tono vio que eso tenía que ser algo muy malo porque las cejas casi se volvieron una sola y la cara se puso muy roja.
Pero después de ver por la ventana sí le dieron ganas de separar las manos del piso y caminar sólo en los pies para llegar allá. Veía que ellas dos caminaban más rápido de esa manera. Así que se apoyó en los muebles, en el brazo del sillón de la tele, en el borde de la mesita de la sala. Después de muchas caídas, un par de golpes contra la esquina de la mesita, unos cuantos cabezazos contra ese cemento duro, que sabía feo y olía a mugre que nunca limpiaban, pudo sostenerse. Lo que más le llamaba la atención no era el color verde, ni la textura del pasto, que desde lejos no se notaba tanto, sino los sonidos. Los sonidos que no eran como la voz de su madre ni de la otra.

Empujó y empujó la puerta pero no se abrió. Sólo consiguió golpearse un hombro. Quedó en el suelo llorando, como casi nunca lo hacía. Entonces llegó la otra, la alzó con fuerza del suelo, la sostuvo por las axilas en el aire, ahí se dio cuenta de lo mucho que la otra había crecido y la zangoloteó: "¿Qué quiere ahora, maldita idiota, salir?", le gritó. Le gritó más fuerte que otras veces. Ella pensó que si su madre estuviera ahí, ella no le gritaría tan fuerte. Pero hacía días que su madre no volvía a cruzar la puerta. "le voy a enseñar lo que es llorar", le dijo la otra. "¿Tiene hambre?", seguía chillándole mientras caminaba dando pisadas fuertes sobre ese suelo verde que nunca antes había visto.  Ella estaba tan asustada que no se percataba de sus propios gritos.

Entonces vio el corral. Supo de donde venían los sonidos. Adentro del angeo, vio sus picos perfectos. Sus pies escamosos, desnudos, de pocos dedos, pero que se sostenían con maestría. Sus cuerpos casi redondos, sus abrigos brillantes, sus alas. Se preguntó si eran ángeles como los que ella recordaba haber visto antes de nacer. "¿Le gustan?" le preguntó la otra mientras la tenía colgando de las axilas con los pies en el aire, haciéndole doler la espalda y el estómago. "¿Tiene hambre?", y ella se quedó pensando mientras hacía fuerza para que la pusiera de vuelta en el suelo. Así lo hizo la otra, dentro del angeo.

Los ángeles al principio se mostraron asustados. Seguro no se acordaban de ella. Pero se acercaron a picotear sus ropas y ella lo interpretó como una señal de bienvenida, Entendió que si permanecía en ese nuevo mundo, no iba a necesitar vestirse; entre todos le darían el calor que ella quisiera. No le pidieron que se separara del suelo; le enseñaron que era mejor andar acurrucada. Con los brazos plegados, bajando la cerviz hasta el suelo, fue aprendiendo a tomar los granos de maíz, a doblegar su dureza. "Eres una gallina", oyó decirle un día la otra, "serás una gallina y comerás con ellas".

Cuando muchos años después una vecina llamó a la policía y vinieron hombres de blanco y azul a llevársela, sus compañeras la miraban desconcertadas mientras ella les chillaba y aleteaba pidiéndoles ayuda, pero no había nada que ellas pudieran hacer. Se la llevaron a una casa enorme, le ofrecieron vestidos, trataron de enseñarle otro idioma, de hacerle comer comida blanda, caliente, de darle agua de colores en vasos de cristal. Ahí, por un momento, recordó que así comían, bebían y vestían su madre y la otra y salió corriendo, se arrancó la ropa y se acurrucó bajo un árbol, piando, balanceándose para tratar de calmarse.  A su alrededor nadie entenderá lo que le costó ceder. Lo que le molestaba la lisura del colchón en las noches. El calor que le daba la ropa. Lo que la aturdían los sonidos de la gente. Lo que sentía al ser observada por tantos pares de ojos escrutadores.  Ahora se ha resignado a andar cubierta. Aprendió el arte de llevarse la comida a la boca con instrumentos metálicos. Hasta aprendió a caminar como ellos porque se dio cuenta de que los ofendía si lo hacía con el cuerpo más cerca del piso. Pero se rehúsa a aprender la intrincada lengua que tratan de imponerle. Si está feliz, si está triste, si la asustan, grita en su lengua. La lengua de los ángeles. 



Alfonsina

Desde que éramos niñas y nos echábamos a rodar por la bajada de la finca, era Alfonsina la que tomaba la iniciativa de curvar su trayecto para hacerme chocar o desviar. Siempre era yo la que terminaba con el vestido lleno de popó de perro y de boñiga y era yo la que siempre terminaba castigada. 

Cuando fuimos creciendo, mientras yo me obsesionaba por ser pulcra con mis cuadernos, por la letra cuidadosa, porque los títulos fueran siempre en rojo y el texto en azul, por las márgenes con regla, los apuntes prolijos y las tareas minuciosas, ella jugaba. Caminaba de aquí para allá. En un momento desaparecía de mi vista y luego la oía reír, hablarles a nuestros juguetes, mover cosas. Llegaba a acostumbrarme a sus ruidos y los convertía en música de fondo. De repente ella llegaba corriendo y yo sólo sentía los arañazos cayendo sobre mí como una lluvia y os rayones sobre la tarea que tanto me había costado hacer. Pero las profesoras no entendían las travesuras de Alfonsina. Mi tarea llegaba bien presentada aunque no tan completa como la primera versión. Eso, sumado a las hendiduras que persistían en el papel y deformaban mi letra, y os arañazos en mi cara, terminaba bajándome puntos en la nota.

Hasta el día del columpio. Ella comenzó a impulsarse cada vez más y más, comenzó a gritar, "mira como me elevo, hasta el pasado y hasta el futuro y hasta el Polo Sur y el Polo Norte y hasta el Cielo y el Infierno". Ahí se soltó, cayó al suelo y no quería abrir los ojos. No se despertaba y no se despertaba y todos en el colegio lloraban, las profesoras, la directora y nuestras compañeras. Le hicieron hasta una ceremonia. Finalmente se despertó pero desde ese momento, aunque traté de hacer que las cosas no cambiaran tan veloces ni tan radicales, fue inútil. "¿Con quién hablas?" me preguntaba mi mamá. Con Alfonsina, le decía extrañada y ella no podía evitar ponerse roja ni dejar escurrir las lágrimas. La gente cambió mucho, comenzaron a ignorar a mi hermana, le pegaban codazos y pisotones cuando pasaban. Incluso parecían no oír sus gritos ni sentir sus pellizcos ni sus mordiscos. Todo el mundo insistía en ocupar el puesto a mi lado, que era de ella. ¿Pero dónde piensan que se va a sentar?, les decía. No había caso.

Ahora que han pasado tantos años en esta misma casa que habitamos desde niñas, le reprocho el que se haya ido volviendo tan tímida. Que no le guste participar en las reuniones, que se resista a presentarse a mis amigos, que sea tan renuente el simple acto de tomarse un vino y conversar con ellos de cualquier cosa. Que no haya querido volver a salir. No. Ella espera a que caiga la noche y viene con algo entre la boca: un pedazo de papel, una bolsa de plástico hecha bola y me lo da para que yo le juegue. Pobre Alfonsina. Ella misma no parece darse cuenta de cómo ha ido cambiando desde el día del columpio. Yo misma, cuando despierto oyendo su respiración en la oscuridad, al ver sus dientes de aguja relumbrando amarillentos en la tiniebla, esos ojos blancos como lunas llenas sin pupilas, cuando siento su respiración y huelo la tierra húmeda y los pequeñísimos líquenes amargos que exhala su aliento, me demoro un instante en recordar - la adrenalina y los temblores tardan en desaparecer luego de que me hago consciente - que Alfonsina sólo quiere que la arrulle hasta quedarse dormida.


                                                                                Gabriela Arciniegas

Gabriela Arciniegas. La entrevista

Gabriela Arciniegas enfrenta sus demonios, sus pesadillas. Ella, victoriosa, regresa de los laberintos del silencio, vuelve renovada.

La poeta y novelista Gabriela Arciniegas nos conduce a las entrañas del lenguaje, a las aguas reposadas, al mar intranquilo.

Siempre es un placer conversar con Gabriela.

A continuación ella nos comenta un poco sobre su quehacer literario.

Bienvenida Gabriela a Claroscuro.

*¿Quién es Esteban Castillo dentro y fuera de Rojo Sombra?

Dentro de "Rojo Sombra", Esteban Castillo es un muchacho en búsqueda de su verdadero ser en conflicto con sus pulsiones asesinas y caníbales y con un pasado que no recuerda. Ama dos mujeres, una por destino, la otra por obsesión; por amar la primera lo pueden matar a él, por amar a la segunda él la puede matar a ella.

Fuera de Rojo Sombra, Esteban tiene un poco de su autora y un poco de los hombres que he conocido.


*A la hora de escribir ¿existe algún tipo de ritual, creas una atmósfera apropiada, ya sea para la poesía, o ya sea para una novela de suspenso? ¿Qué cuesta más trabajo escribir?

Por lo general, sólo el silencio, pero a veces pongo música de un determinado género para ayudarme a entrar en una atmósfera o en una época. Suelo nutrirme de películas del género que estoy escribiendo o de la época en que sucede la historia.

En cuanto al grado de dificultad, creo que escribir en general es una interminable lucha con las palabras. Pero en mi caso por lo menos, existen épocas para la narrativa y épocas para la poesía, cuando estoy trabajando en una, la otra se silencia, como si se tuvieran celos.


*¿Qué escritor o escritores recomiendas?

Colombianos, a Osorio Lizarazo y a Álvaro Mutis. Latinoamericanos, a Clarice Lispector y a Arturo Uslar Pietri. Europeos, a Jacques Prevert y a Thea Von Harbou. También a José Carlos Somoza (Clara o la penumbra). Norteamericanos, a Chuck Palahniuk (Nana), Christopher Cooper, Walt Whitman, y Edgar Poe.


*¿Cómo fue ese primer contacto con la poesía?

Nació como un sentimiento; el de ser diferente, el de estar sola, el de la incomunicación. Empecé a ir con mi madre a tertulias, y a encontrar un lenguaje para decirme, para ayudarme a entender al mundo en que había nacido.

Soy extremadamente tímida, sufrí una infancia solitaria, con una familia muy compleja, presenciando diferentes tipos de locura y de dolor. La poesía fue mi camino hacia la cordura.


*¿Estás trabajando en nuevos proyectos?

Estoy trabajando en dos novelas autobiográficas y una corta sobre la época de la Huerta de Troya vista desde las mujeres. desde Helena más concretamente.  La historia no ha sido justa con ella, y Homero tampoco. Los hombres de la época eran guerreros, las mujeres, hechiceras y cada cual peleaba las batallas a su manera.


*¿Qué consejo das a las personas que quieren aprender de poesía; escribirla, conocerla, leerla?

Antonio Gaudí decía que la originalidad es volver a los orígenes. Yo agrego que la originalidad es sinceridad. Si el escritor, el poeta, no puede bucear en sus pesadillas, no es capaz de entregarse a ellas, jamás podrá ser original. 
 Lo segundo es entregarse a la lectura pero tomarla como un filatelista, con pinzas, como una escuela, tratando de desarmar las palabras y desentrañar la estructura, el esqueleto sobre el que cada poeta y cada narrador erigió su animal literario. No con el puro gusto de escribir. 
 Lo tercero es vivir cada instante, no como si fuera el último sino como si fuera el primero.  Vivir, no quizá con desmesura, no necesariamente, pero si con lentitud. Y vivir tratando de convertir cada situación cada sensación, cada emoción, en frases narrables o poéticas. 
Hay un cuarto punto que es más personal. La música para mi siempre ha ocupado un lugar preponderante. Me gesté con música porque mi mamá era pianista y crecí con música. No concibo la vida sin ella. Creo que el texto escrito debe regirse por las mismas reglas. Puede hasta ser atonal o electroacústica, pero el punto de partida es el mismo, un sentido estético y un sistema lógico, coherente consigo mismo.  Cerrado, redondo y autónomo.


*Cómo va la literatura de suspenso, de terror y de corte psicológico en nuestro país?

No soy experta en literatura colombiana pero hay algo que he podido identificar en lo que he leído: hay un desprecio por ciertas literaturas, sobre todo cuando se trata de ficción. Hay una obsesión por lo testimonial, la crónica, lo social, o lo autobiográfico. El terror y la ciencia ficción están casi mal vistos, los perciben como evasiones de la realidad. Es como si vivir en un país como el nuestro demandara ser autor referente y circular en la literatura. Por eso casi todos los escritores de renombre de ahora son periodistas. El otro extremo es escribir con fórmulas de literatura para adolescentes. 

Olvidamos que los clásicos del terror eran grandes maestros del lenguaje; Poe, Stevenson, el mismo Wilde.  Sin embargo, puedo decir que las nuevas generaciones están más abiertas y también estás saturadas de comer conflicto, oír conflicto, leer conflicto. Creo que la estética anti burguesa en que la ficción es una verruga purulenta, está pasando de moda y que eso nos va a permitir explorar toda la riqueza de los géneros literarios.

La invitada 


Gabriela A. Arciniegas es novelista, poetisa, cuentista, ensayista, traductora.
Graduada en Literatura (Universidad Javeriana, 1999), especialista en Docencia Universitaria (Universidad de El Bosque, 2007) y Magister en Literatura Latinoamericana (Universidad Javeriana, 2013). Hace parte del Colectivo La Comunidad del Megáfono en Bogotá.  Fue docente de literatura en la Universidad Jorge Tadeo Lozano y en la Universidad de la Sabana. 

Publicó en 1995 el libro de poesía Sol menguante, en el año 2009 resultó ganadora del concurso de Ediciones Embalaje del Museo Rayo con el libro Awaré, en el año 2013 publicó la novela Rojo Sombra
En cuento, participó en Señales de ruta (Arango editores, 2006), fue coautora de 13 relatos infernales (Collage editores, 2015), autora de Bestias (Laguna libros, 2015).
Su último libro de poesía Lecciones de vuelo (Arte poética) está próximo a salir. 

Desde 2016 está radicada en Chile.

@goremistico
goremistico.blogspot.com.co 


martes, 14 de junio de 2016

Fredy Yezzed. Los poemas

El diario inédito del filósofo vienés Ludwig Wittgenstein
(Fragmentos)

1

1. La realidad está limitada por la totalidad de la poesía. La poesía no tiene límites.

1.1 La poesía es un jardín: un jardín que habla de otros jardines.

1.11 Poesía, en una palabra, señor entrevistador, es requiem.

1.12 Pero la mejor definición de poesía es la siguiente proposición: Poesía no es ni lo uno ni lo otro, quizá tampoco lo tercero.

1.13 El lenguaje es la flor,dijo Mallarmé. Si esto es así,entonces, la poesía es la floración: encantamiento de la flor.

1.2  Under the Winter: quizá su madriguera más cálida, más productiva.

1.21 El único enemigo de la poesía es el poeta: allí, es él contra él mismo. 

1.22 & ese silencio...(  ) Es el lenguaje que reclama su propia poesía.

1.3 El mundo siempre ha sido una colección de murallas, & el lenguaje no es más que una de esas inquisiciones del cielo. La poesía solo comete la osadía de saltarla.

1.31 La poesía es como el almendro: sus flores son perfumadas y sus frutos amargos.

1.32 Anudar una palabra a otra, con la esperanza de unir un hombre al otro.

1.33 La poesía que no extiende los brazos es una poesía mutilada.

1.4 Lo meta-poético son las arañas que se comen a su madre.



2

2.031 La blasfemia, el insulto: agrietan el aire.

2.0232 El desdentado está más cerca de la libertad. No le pone obstáculos a lo que viene de adentro.

2.0233 Toda la mudez inexplicable es el recuerdo: el sintagma que se ha quedado anclado a la sal del pasado.

2.027 El pensar es numérico. Los números: imaginación enjaulada.

2.0271 Todos somos contadores de sí-la-bas. El que quiera el oficio del aire: tiene que contar sílabas; debe saber más del número que del sonido.

2.0272 Es tan difícil llegar a la Nada. Es tan atlánticamente imposible dejar de nombrarse. 

2.0277 Pero aún más difícil es decir el sueño: esa llanura de carneros misteriosos.

2.0278 ¿& qué hace tanta palabra, sino es luchar por el hombre, reverdecer al hombre?

2.0279 Porque uno tiene fe en las palabras, por eso es que creemos entendernos.

2.028 Cierro la boca: y me quedo solo.



3

3.2 Te veo, pero no sé decirte.

3.201 Alrededor de las hojas, a punto de quebrarse, vibraba tu voz.

3.202 Ahora que sé que estás del otro lado del sueño,temo soñar.

3.203 La libélula me visitaba con frecuencia & nunca trajo la visita.

3.2031 Soy la soledad a fondo.Soy la soledad a muerte.

3.2032 La poesía, como un arma, me defendía de mí. 

3.2033 ¿Por qué lees este verso, en lugar de correr a salvarla?

3.204 No hay acción más trascendental que la del semen  diluyéndose dentro de las palabras "entiérrate", "vive"; en lo que se entiende cuando se dice "ser", "estar aquí".

3.2041 Desnudé una mujer. Entré en una mujer. Revolqué en todos los rincones. Te busqué sin desear hallarte.

3.2042 "Hoy ha desaparecido fulano de tal", sueño que lees en el periódico, nada más como venganza, para ver si sufres lo que sufro, apareciendo & desapareciendo.

3.205 En un momento de desesperación, le rogué que me escribiera una carta. Me han llegado 3. No   he sido capaz de rasgar el primer sobre. Toda ella era un vaso de agua temblando en mi  sed.

3.2051 Escribe cartas el que no desea envenenarse consigo mismo.

3.207¿Cuántas mujeres caben en un hombre?

3.2071 ¡No digas tonterías!



4

4.0153 desnudo es la palabra más triste.

4.0155 Cuando no estoy buscándote, no danzo, no soy. 

4.0157 Cierro los ojos & allí estás abriéndome los ojos.

4.016 Mi país camina atravesando el desierto: sin guía, con un pan mojado de sangre, sin tu Palabra.

4.0161 Señor, te diré la verdad: te hemos creado a nuestra imagen y semejanza, [no a la tuya], como a la radio, la guerra y la escritura.

4.017 Señor, sal de mí, invade mi oscuridad.

4.018 Si hay una proposición que exprese con precisión lo que pienso, es esta: Bueno es lo que Dios ordena. 

4.019  Ha llegado Dios en el tren de las 5:15.



5

5.17 Orfandad, diosa del mal.

5.171 Mi orfandad es rotunda: estoy yo. Pero lo que me duele es él, la imagen mía, lejos de mí.

5.174 Dios, dime que estabas con ella, porque conmigo no estabas.

5.1741 Sólo cuando mueren los padres, se inicia el verdadero diálogo con la muerte.

5.175 Soy un huérfano, pero ¿de qué alma?

5.1751 La limitada noche del hambre, no encuentro otras palabras para nombrarte.

5.176 Vengo de morir. Vengo de nacer. El punto medio es una criatura sentada en el quicio de su puerta con un perro.

5.177 & te recuerdo, madre, como cuando la única luz era tu sombra.

5.1771 El cordón umbilical también es una cadena.

5.1772 ¿Si diseccionamos la palabra vientre encontraremos siempre la palabra centro?

5.1798 La orfandad es una noche indescifrable, donde un hombre enciende un fósforo.



6

6.5 Sólo vine a ver el jardín, leo en el famoso libro del diácono Charles Lutwidge Dodgson.

6.51 Los ancianos de Noruega sólo tienen dos sueños: desayunar en la cama con la muerte & no dejar morir las flores.

6.512 Las flores de Alexander no saben de las estaciones, no han leído literatura de invierno & les parece de mal gusto la poesía que habla de rosas. Las flores de Alexander sólo saben de la pobreza, del milagro de vivir, de los ojos del gato sobre la mariposa.

6.513 El cisne negro de cola blanca, que hace equilibrio con una pata, está perturbado:no sabe si es cisne o flor, las miradas de la gente lo tienen confundido.

6.514 Le susurro al cactus que no esté lejos, que no le rasgue los vestidos al viento, que por dentro un largo manantial le corre.

6.515 La sombra de un vikingo muerto hace mil años. El musgo abrazado a la roca.

6.516 Viéndolo de escorzo: el seco árbol de cedro parece un desesperado brazo con sus dedos en actitud suplicante.  Tal vez desea la frente de la estudiante, tal vez ruega la mirada del cielo.

6.517 Lo que el dibujante de flores no sabe, es que la azucena blanca también lo está retratando.


7 De lo que no se puede hablar, hay que callar la boca.


                                                                    Fredy Yezzed

Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2012